Trabajar con adolescentes o ser padre o madre de un niño adolescente nos hace pensar que a veces es una tarea difícil. Quise comenzar el cuso dedicándoles este post de agradecimiento por todo lo que me han hecho vivir y sentir.

Trabajar con ellos desde sus inquietudes, sus valores, sus limitantes, sus temores y sus sueños has sido muy bonito. Que me permitieran entrar en sus vidas y compartir conmigo todo lo que no se permiten expresar en alto me ha hecho crecer y ser uno más de ellos. Lo que empezó como un juego se acabó convirtiendo en una necesidad.

Llevo 20 años dando clase y es la primera vez que me han hecho llorar. Han roto barreras, incluso las del contacto físico ( que para ellos es tan difícil). Despedirme de ellos y que los chicos se levantaran a abrazarme y después las chicas. El sentirme como un muñeco entre los brazos de 28 niños que me abrazaban mientras pensaba que me tirarían no tiene palabras. Sentir a cada uno de ellos sin preocuparles el qué dirán porque había un cima seguro y de confianza. Sentir un cariño verdadero……ese día sentí que educar con inteligencia Emocional merece muchísimo la pena.

Ese momento se ha quedado grabado en mi mente y en mi corazón, así como las lágrimas de felicidad y agradecimiento que corrían por mis mejillas mientras ellos lloraban y reían conmigo.

Estar agradecida es poco. Y decidir trabajar con niños, profesores y padres me mantiene en la certeza de que juntos podemos construir un colegio y un mundo mejor.

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